Escenario:
Tras la guerra civil de 1948, Costa
Rica decide abandonar las armas, y olvidarse de su estructura militar en favor
de dar relevancia a otros temas dentro de los que destacan la educación y la
salud, sin embargo años más tarde, es este aparato militar el que sería el
causante de múltiples problemas en Guatemala, Honduras, Nicaragua y el
Salvador, estos conflictos que surgen en medio de un contexto de guerra fría provocan
una desestructuración de sus gobiernos, cruentas guerras civiles y una lenta
recuperación de los países parte, posterior a las guerras, es esta lenta
recuperación la que limitaría la capacidad de acción de parte de los gobiernos
soberanos para controlar la criminalidad que surgiría luego en el llamado
triángulo norte.
En Guatemala y El Salvador, los países
de derecha peleaban contra grupos de insurgencia con ideologías izquierdistas
apoyados por los comunistas, y en el caso de Nicaragua, el poder era ostentado
por el temido “comunismo”, que luchaba contra la agrupación “Contra”, que era
respaldada por el gobierno norteamericano, que estaba empeñado en terminar con
los “sandinistas”, en el caso de Honduras, fue diferente, ya que era la
plataforma estadounidense para apoyar a sus aliados en la cruzada militar que
solamente traería muertes e injusticias.
Es entonces en el año 1982, que contra
todo pronóstico, y contrario al plan norteamericano, se inicia el desarrollo
del “plan para la paz”, por parte del ex mandatario costarricense Oscar Arias Sánchez,
como una alternativa a la solución militar impulsada por Washington, sin
embargo fue difícil de llevar a puerto seguro, porque los militares de los
países involucrados, no estaban de acuerdo con la propuesta, y en ese entorno
era evidente que quienes mandaban en Guatemala, Honduras y El Salvador, no eran
las máximas autoridades civiles, si no los altos mandos de los respectivos ejércitos,
realidad no muy diferente en el caso de Nicaragua, pero pese a todo el 7 de
Agosto de 1987, en Guatemala, los presidentes de los países se reúnen para
negociar, al final de la reunión, los cinco presidentes involucrados firman los
acuerdos que marcan el fin de uno de los periodos más oscuros de la historia
centroamericana, que concluye con un saldo de aproximadamente 300 mil personas
fallecidas.
Pese a la conclusión del periodo de
guerras, muchos miembros de las entonces
guerrillas, se convierten en pandilleros y mareros, ocasionando que la tasa de
homicidios en Guatemala, Honduras y el Salvador, sea más alta que la que se
ostentaba previo a la ejecución del Plan de Paz, Oscar Arias Sánchez narra esta
realidad en una entrevista para Gonzáles (2017), al decir:
¿Que
nos sucedió?, que los guerrilleros se convirtieron en pandilleros y que tenemos
a las maras en el norte de Centroamérica, y que la violencia allá y los homicidios
son los más elevados de todo el mundo (…). Las maras son producto de esta
guerra, porque hay una generación perdida en Centroamérica, que tenía que estar
en la escuela sentada en un pupitre en el colegio y sin embargo estaban en las
montañas, y esa generación perdida se fue para Los Ángeles y a Nueva York y a
Chicago…
Es entendible que luego de un conflicto
armado tan cruento como el de los años 80’s en Centroamérica, muchos de los
sobrevivientes de ambos bandos crecieran con odio y resentimiento por sus
entonces enemigos, y aunque oficialmente la reconciliación se selló con los
planes para la paz, las consecuencias del conflicto, ocasionaron una reacción
lenta de las autoridades para abordar el nuevo conflicto, la criminalidad que
surgiría luego de la paz, además de lo anterior, los jóvenes de la “generación
perdida” en muchos casos perdieron a sus tutores en el conflicto armado,
quedando a cargo de familiares en el mejor de los casos, el odio para con quien
causó la muerte a sus seres queridos, es uno de los motivos por los que las
violentas bandas surgirían con fuerza, rebeldía y sed de venganza, es
importante destacar que en este conflicto surgió una alarmante cantidad de
casos de crímenes de lesa humanidad, casos de ejecuciones y torturas, modo de
operar que desde sus inicios, caracteriza a las agrupaciones del crimen
organizado que residen en el triángulo norte, la violencia desmedida.
Reportaje sobre los procesos de paz: El día que le ganamos a la guerra
http://www.teletica.com/7dias/169495-El-dia-que-le-ganamos-a-la-Guerra.note.aspx
Ejes de prevención, acciones e investigación criminal:
Las acciones que han ejecutado los
respectivos gobiernos para tratar de solucionar la problemática, han tenido una
connotación represiva, y en múltiples ocasiones utilizando el aparato militar
en contra de organizaciones criminales que son competencia de la autoridad
civil, estas operaciones mixtas, solo han agravado la situación, con respecto a
las acciones realizadas, Londoño & Villareal (2017) nos describen:
En
materia penal, la mano dura se define como un conjunto de normas e
intervenciones públicas que, con la pretensión de asegurar un mayor grado de
seguridad a la ciudadanía, violan las garantías y derechos fundamentales
previstos en las constituciones y tratados internacionales ratificados por los
países. Entre estas normas se pueden mencionar el endurecimiento de las penas,
la creación de nuevos tipos penales (muchos justificados en la guerra contra
las drogas), la conversión de las contravenciones o delitos menores en delitos
graves (robo agravado), la militarización de la seguridad ciudadana, y la disminución
de los beneficios en el sistema penitenciario, así como de las penas
alternativas. (…). En Centroamérica se han ensayado diversos tipos de leyes con
ese enfoque, pero ninguno ha tenido efectos en la disminución de la alta
criminalidad que afecta al Istmo. En 2001 Honduras inauguro una ola de políticas
de mano dura que aún subsisten en la región, con el lanzamiento de la campaña “Cero
Tolerancia”. Se inició el camino hacia la participación sistemática del ejército
en labores policiales, allanamientos sin control judicial y las reformas
constitucionales que amplían el plazo de la detención administrativa. En 2003
Guatemala puso en marcha el “Plan Escoba”, orientado al control y represión de
las pandillas juveniles o maras, cuyas actividades fueron consideradas como la
principal causa de inseguridad ciudadana, por encima del crimen organizado y el
narcotráfico. Esta iniciativa contempló el despliegue conjunto de fuerzas
policiales y militares, y capturas masivas de jóvenes sospechosos de pertenecer
a distintas maras. Dos años después, en 2005, se ejecutó un nuevo plan, llamado
“Guatemala Segura”, aplicado por los servicios policiales y 1.900 militares. En
2008 se estableció la pena de muerte y varias veces se han utilizado las
declaratorias de estado temporal de excepción en zonas específicas del país. En
El Salvador los esfuerzos se han orientado fundamentalmente a combatir las
maras, a las que en 2003 el Gobierno declaró como amenaza a la seguridad
nacional. A pocos meses de las elecciones presidenciales se puso en marcha el
plan “Mano Dura” que consistía en focalizar la acción policial en pandillas en
zonas marginales con elevados niveles de desorden social. En noviembre de ese
año el Parlamento aprobó la “Ley Anti Maras”, que incluía la creación de
juzgados “Anti Maras” en todos los departamentos del país, el endurecimiento de
penas y el otorgamiento de nuevas facultades a la policía para la detención de
sospechosos. (p. 268).
Consecuencias:
Pese a todo lo anterior no se logró ningún
resultado positivo para solventar la problemática vivida, al contrario se
incrementó la desconfianza en los cuerpos de seguridad por parte de la
población civil. En el año 2016, la tasa de homicidios por cada 100.000
habitantes era de 81,7 en El Salvador, 58 en Honduras y 27,3 en Guatemala,
según la Organización Mundial de la Salud, después de 10, se considera
epidemia. Llama la atención que los dos países que fueron más afectados por la
violencia durante las guerras de los 80’s, son los que mayor tasa de homicidios
por cada 100.000 habitantes presentan en la región, habría que realizar una
investigación profunda para determinar si existió una correlación entre las
guerras y el surgimiento de las agrupaciones criminales de la zona, aunque
mirando el panorama de forma superficial, pareciera que las declaraciones del
presidente Arias, tienen fundamento en los hechos, lo que si queda claro, es
que las medidas ineficaces empleadas por las autoridades correspondientes, da
pie a que lejos de ayudar a solucionar el problema, se empeore, además del
gasto de recursos públicos de forma injustificada, que sí podrían invertirse en
tratar de encontrar una verdadera solución al problema que se busca solucionar.
Bibliografía:
- Gonzáles, R. (Agosto 07, 2017). El día que le ganamos a la Guerra. Septiembre 28, 2017, de Televisora de Costa Rica S.A Sitio web: http://www.teletica.com/7dias/169495-El-dia-que-le-ganamos-a-la-Guerra.note.aspx
- Molina, S., & Gonzáles, E. (2012). Historia de Costa Rica. San José, Costa Rica: Editorial Universidad Estatal a Distancia de Costa Rica.
- Londoño, M., & Villareal, E. (2017). Capítulo 7: Causas de la privación de libertad y perfil de la población penitenciaria. En II Informe Estado de la Justicia (pp.265-293). APDO. 1174-1200 Pavas, Costa Rica: Programa Estado de la Nación.
- Ferullo, G. (2017). La violencia siguió desatada en el Triángulo Norte: 14.870 homicidios en 2016. Septiembre 29, 2017, de Agencia EFE Sitio web: https://www.efe.com/efe/america/sociedad/la-violencia-siguio-desatada-en-el-triangulo-norte-14-870-homicidios-2016/20000013-3142358
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